
El pasado jueves puede ser una fecha histórica. Puede, porque aún está por ver cómo se desarrollan los acontecimientos que seguirán a la claudicación de ETA. Pero la prudencia no debe excluir a la esperanza. Esta vez parece distinto. Debe ser distinto. La banda terrorista, en sus horas más bajas, ha anunciado el abandono DEFINITIVO de la lucha armada. Abandono DEFINITVO. Eso suena a libertad. A paz.
Nada asegura que esto sea el fin. De hecho, hubo un anuncio similar en 1982. Pero las circunstancias son bien distintas. La sociedad evoluciona, y por fortuna parece que en ciertos aspectos cada vez somos más civilizados. Nunca ETA ha contado con tan poco apoyo, con tan pocos miembros, con tantas limitaciones. Con tan pocas razones que les intenten justificar. Tampoco es casualidad la fecha escogida, a apenas un mes de las Elecciones Generales. Que nadie dude que también pretenden dar un golpe de efecto. Pero no para que el PSOE robe votos el 20N. Se equivoca quien se quede con esa egoísta y simplista lectura. El Partido Popular va a obtener mayoría absoluta, y ETA no va a cambiar esto. Se limitará a las urnas del País Vasco, que siempre tendrá legitimidad para decidir lo que quiere ser. Y ahora más que nunca, que se ha quitado el pesado lastre del terrorismo, tras 43 años de terror.
Es, por tanto una buena noticia. Una buena noticia que mezcla miedo, alegría, dudas y esperanza. Porque queda lo más difícil: ponerse de acuerdo. Pero es más fácil lograrlo así que a tiros. Se ha demostrado que no logran nada. Sólo dolor a las víctimas, y cárcel a los que engatillan. Que es donde deben acabar, aún claudicando. Nadie va a olvidar. Pero aún falta para esto. Y, esperemos que, cuando llegue, los políticos estén a la altura que se espera de ellos. Ahora, disfrutemos el momento.